lunes, 20 de julio de 2009

Educando a los niños

Hay una manera de educar a los hijos de Samurais. En su infancia se ha de favorecer su bravura y evitar darles miedo frívolamente o burlarse de ellos. Si una persona se ve afectada por la cobardía cuando niño, queda una cicatriz para toda la vida.

Es un error de los padres que, sin reflexionar, hagan temer a los niños los relámpagos, los sitios oscuros, o contarles cosas terroríficas para provocar sus lloros. Más aún, si un niño es reñido severamente se volverá tímido. No debe tolerarse que se formen malos hábitos. Después que se ha formado un mal hábito, aunque se reprenda al niño, ya no mejorará. Para cosas tales como el hablar correctamente o tener un buen comportamiento hay que volver gradualmente al niño consciente de ello. No dejéis que el niño conozca la avaricia. Otra cosa más, si tiene una naturaleza normal, se desarrollará siguiendo el camino que se le marque.

Hagakure (S XVIII)

Yamamoto Tsunetomo

martes, 14 de julio de 2009

Lugares comunes, lugares peligrosos

Domesticando, pero no a todos...

Ayer me acordé del zorro de El Principito, la parte de: ¿Qué significa domesticar? muy bonita. Me acuerdo que leí ese libro con mi padre y ese verano aprendí a hablar francés. ¡Qué barbaridad! de cero a todo en un verano. Si hubiera seguido haciendo eso todos los veranos desde aquel ahora sabría más de 10 idiomas (por lo menos de los fáciles del tipo de italiano o portugués). Pero me extravío, recuerdo que ese libro estaba lleno de momentos estupendos y así me gusta recordarlos. El tema de la Rosa, "Lo esencial es invisible a los ojos", el astrónomo turco (ahora que soy consultor me viene mucho a la cabeza lo del traje) etc..

Años después (no muchos), hablamos de ese libro en la clase de filosofía, por aquel entonces muchos lo habíamos leído, El Principito se convirtió en un fenómeno compartido en el que una gran cantidad de gente (10 por lo menos) explorábamos nuestro gusto y sensibilidad sobre el libro. En aquel momento no fui consciente del todo de lo que aquello significaba. Para mi los buenos momentos literarios o artísticos personales han sido cada uno como un lugar secreto en el bosque.

Ahora pienso en aquel lugar secreto, compartido en aquel momento sólo con mi padre, y que luego pasó a ser de dominio público. Aquel rincón del bosque fue pisoteado, claro que entonces no me parecía eso. Ver tanta gente por allí era reafirmante y el sentimiento de especialidad todavía no estaba gastado.

El beso, de Klimt, belleza asequible para todas las sensibilidades

Seguí visitando ese tipo de lugares, conmovido. Visité a El lobo estepario y a El Beso de Klimt, La Piedad de Miguel Ángel, y a otros así. Con el tiempo he visto esos sitios atiborrados de gente, la mayor parte de la cual(misántropo diréis), no me ha gustado encontrármela ahí. Determinadas obras tienen un punto emotivo, muy emotivo y es incómodo encontrarte a esa gente ahí. Además, ¿qué se puede decir? a esta emotividad extrema no se puede acceder con palabras, o no se puede con facilidad.

Estos lugares han sido muy transitados, estos lugares están ahora llenos de gente peligrosa. En cualquier momento te puede salir una sonrisa bobalicona mientras compartes de manera banal algo cuyo sabor ya se te ha escapado.

lunes, 13 de julio de 2009

Chuck contra La Gran Máquina

Gran momento lleno de analogías, Hundred y Chuck, no olvidar tampoco el libro de Perl detrás. En este fotograma poco hay dejado al azar...

sábado, 11 de julio de 2009

Un blues por el pasado...



Tokio Blues (Norwegian wood) - Haruki Murakami

La nostalgia por el pasado de un adulto genera un gran flashback, que te transporta al paso por la última etapa de su adolescencia, siendo esto solamente un marco de referencia temporal y no la historia central. Desde esta perspectiva un protagonista solitario (que curiosamente no transmite soledad) y estigmatizado por su pasado (más de lo que él mismo cree) nos despierta sensaciones agridulces haciendo que recordemos sentimientos de nuestro pasados al describirnos de una manera muy evocadora su cotidianeidad y su relación con la gente que le rodea...

Tokio blues está llena de sucesos casi oníricos y personajes muy poco habituales, con ciertos tintes de realismo mágico en su forma de pensar. Las descripciones son casi telegráficas pero nos hacen ver todo muy claramente, quiza imaginándolo a nuestra manera... Pero de cualquier forma uno consigue al leerlo "degustar" lo que está siendo descrito al sentirlo como si fuera algo nuestro, parte de nuestra infancia/adolescencia/pasado, sin llegar por este motivo a sentirnos demasiado identificados con Watanabe (nuestro protagonista), ya que él es casi un personaje de fábula más que una persona que nos podamos encontrar en nuestro día a día. Esto mismo sucede con los demás personajes que rodean a Watanabe, siendo todos ellos excepcionales de alguna forma al mismo tiempo que se sienten atrapados por si mismos, más condenados a su destino que predestinados.

Recomiendo tener cuidado con el efecto adictivo de sus páginas y leerlo poco a poco, saboreando cada párrafo, ya que más que una novela hecha para contarte una historia parece hecha para evocar, siendo cada capitulo como una bocanada casual de algún aroma de nuestro pasado.

Todo empieza con esta melodía (de ahí el título):

Y aquí la que sería mi "Nowegian wood":

jueves, 2 de julio de 2009

El problema de Monty Hall

Supón que estás en un concurso, y se te ofrece escoger entre tres puertas: detrás de una de ellas hay un coche, y detrás de las otras, cabras. Escoges una puerta, digamos la nº1, y el presentador, que sabe lo que hay detrás de las puertas, abre otra, digamos la nº3, que contiene una cabra. Entonces te pregunta: "¿No prefieres escoger la nº2?". ¿Es mejor para ti cambiar tu elección?

Extraído de una carta de Craig F. Whitaker a la columna de Marilyn vos Savant en Parade Magazine en 1990