viernes, 3 de febrero de 2012

Maravillamiento ingenuo

Recuerdo un momento proustiano de mi niñez, en los reyes de no sé qué año, en esa época en la que todavía recordaba cada uno de los años anteriores de mi vida y a toda la gente que había conocido hasta ese momento, el tiempo pasaba más despacio, cada año era distinto, en fin, en aquellos reyes me llegó un ejemplar de El hobbit. Era la edición de tapa dura de Minotauro,  tenía un mapa pegado, no que en mi vida haya entendido los malditos mapas pegados a los libros, pero de alguna manera el añadido le daba valor adicional.

Luego tenía ese principio evocador, mi padre me había comentado que en no sé qué lista anglosajona de esas en las que se miran su anglosajón ombligo, lo habían etiquetado como uno de los mejores principios de libros de la literatura, ya sabéis:

En un agujero en el suelo, vivía un hobbit. No un agujero húmedo, sucio, repugnante, con restos de gusanos y olor a fango, ni tampoco un agujero seco, desnudo y arenoso, sin nada en que sentarse o que comer: era un agujero-hobbit, y eso significa comodidad.

Entonces ya estaba encima mediatizado, prejuiciado positivamente.  También me ha pasado en otras ocasiones, pisando Florencia por pimera vez tuve un pre síndrome de Stendhal en los Uffici viendo Los Esclavos.  También influenciado por mi madre en este caso: "parece que están saliendo de la roca". A mi favor decir que en esa época no conocía el término "síndrome de Stendhal".


Hace poco leí que se desclasificaron papeles de las deliveraciones de los Nobel, y lo más jugoso era, a lo mejor, el descarte de Tolkien como premio Nobel, en el que banalizaban un poco su obra. Es cierto que no es Hemingway y que probablemente no merecía el premio, aunque sí que es mejor autor que otros que recibieron el premio otros años, no que esto quiera decir nada tampoco. En cualquier caso El hobbit, sin ser (ni falta que le hace) En busca del tiempo perdido es una novela increíble para alguien que le cae a esa edad, y la verdad que después de los años la relectura ha sido muy agradable.

Empiezas a leerlo y te introduce magos, hobbits (hasta que lo empecé no sabía que coño era un hobbit), de enanos (mi última referencia era Blancanieves), trolls, elfos de los guapos...todo esto en un universo coherente, no de esos en los que todos estos elementos están añadidos unos detrás de otros y sin armonía (como los dioses nórdicos en el universo Marvel, metidos con calzador). Luego te enteras de todo el universo tolkieniano, de El Silmarillion y demás.


Brienne, te imaginaba más fea
Con el tiempo, habiendo dedicado bastantes energías al género, probablemente tratando de revivir aquel maravillamiento primigenio, he ido leyendo otras obras de fantasía, en mi opinión  ninguna llega a conseguir algo parecido a lo que ha hecho Tolkien, en construcción de universo, coherencia, lirismo, interés, niveles épicos, originalidad o carisma de los personajes. Los cuentos de Terramar de Úrsula K. Leguin me interesó y entretuvo (ya critiqué determinados aspectos de su obra aquí) pero es claramente inferior a la de Tolkien, George RR Martin ha escrito una obra muy entretenida y con momentos de calidad pero su obra está ligeramente echada a perder por hiperpaginitis y pérdida de foco. El bueno de George ha terminado con una horda de personajes, demasiados incluso para una novela coral con alto nivel de mortalidad. Por alguna razón además se ve obligado a cumplir con todos ellos, hasta los más nefastos o aburridos, George, qué necesidad tenías de dedicarle medio libro a Brienne de Tarth. Después de años esperando el cuarto libro nos ofreces con una obra repleta de personajes anticlimáticos, sin rastro de los carismáticos. George, por favor, para el 6º libro déjate de capítulos introspectivos sobre personajes irrelevante, no te inventes más regiones o nacionalidades, deja estas cosas para que te las incluyan en el juego de rol. Mira Tolkien ¿Crees que gastó más de 10 palabras describiendo a los woses?
Patrick, con un poco de deporte a lo mejor habrías conocido más chicas

Ya que sigo con esto, no puedo menos que nombrar mi otra lectura de fantasía actual, El nombre del viento y su continuación, El temor del hombre sabio de Patrick Rothfuss, a pesar del irritante comienzo(los tres silencios) el primer libro se deja leer aunque ya se atisba una tendencia a la repetición de temas y situaciones, en el segundo esa tendencia se arraiga y nos pasamos todo el libro (de nuevo)buscando Denna a la puta cortesana, en conversaciones insufribles con Auri la homeless tarada de la universidad, otra vez le tratan de expulsar de la universidad o la repetición de los exasperantes momentos en la taberna. En fin, le pasa algo parecido a George, del que es émulo, pero ya en el segundo libro. Diferenciar que el planteamiento emocional de los personajes de PR es mucho más pueril que el de GRRM, mostrando todos ellos una afectividad de geek probablemente heredada de su autor que no tiene pinta de haberse relacionado mucho de joven.

No sé, admito que quizás soy demasiado exigente para una novela de género, pero por alguna razón no he podido dejar de notar todas estas cosas.  Sólo espero que la próxima de George sea más concreta(el 5º libro enmienda un poco) y que la siguiente de PR varíe un poco los temas y situaciones.